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Con cuatro pilares que apuntan a las alianzas con entidades privadas y al seguimiento al cumplimiento de las metas, el CONPES 3918 es la nueva guía que encamina las acciones del gobierno nacional hacia un desarrollo sostenible en el territorio.

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El Consejo Nacional de Política Económica y Social -Conpes- definió en marzo la estrategia para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el país, enmarcada en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

La Agenda, a la cual se adhieren más de 190 países, plantea 17 objetivos y 169 metas que se integran para afrontar problemáticas de índole económica, ambiental y social en el planeta. En Colombia es el Conpes, adscrito al Departamento Nacional de Planeación -DNP-, quien se encarga de diseñar y aprobar los planes para el cumplimiento de dichos compromisos.

Como resultado de esto se lanzó el CONPES 3918, documento orientado a mejorar las condiciones de vida en el país con indicadores que abarcan temas como la pobreza, la salud, la equidad de género y el cambio climático, entre otros.

A los primeros 16 ODS les fueron asignadas unas metas trazadoras que, tomando como línea base ciertos indicadores de 2015, fijan cifras para 2018 y proyectan retos hacia 2030. Por ejemplo, la tasa de formalidad laboral sobre el porcentaje de población ocupada estaba en 50,8% en 2015. Y la intención para dentro de doce años es que alcance el 60%.

El Objetivo 17 hace referencia a las alianzas y se asume como un medio que contribuye a la consecución de dichas metas, para el cual se define un "esquema de seguimiento de todos los recursos".

Según Luis Fernando Mejía, director del DNP, "si Colombia logra cumplir a 2030 estas metas, el país será más equitativo, la pobreza será menor, sus habitantes tendrán mayores ingresos, salud, educación de calidad y acceso a mejores servicios".

Sin embargo, el CONPES 3918 también ha recibido comentarios que indican que, como plan de acción nacional, puede quedarse corto. Es el caso de la abogada y columnista Isabel Cavelier, quien considera que el documento es un avance, pero "plantea apuestas demasiado simples" y, en algunos casos, le apunta a metas que no son las más prioritarias para buscar el desarrollo del país.

Por su parte, las empresas están entendiendo la importancia de vincularse a los ODS no solo para ayudar a cumplirlos, sino para su misma permanencia en el tiempo. De allí que se estén sumando a la Agenda con metodologías como el SDG Compass, el cual permite identificar los ODS a los que cada organización se puede adherir y priorizar indicadores para fortalecer su aporte a los mismos.

El CONPES 3918 está disponible para su consulta en línea y también se puede acceder al portal que la Secretaría Técnica de la Comisión ODS y el DANE crearon para tener un canal de reporte y seguimiento a disposición de la ciudadanía.

Mark Zuckerberg's hearings at the Congress reinstalled the debate on how much control politicians and even users can put over the tech giants.

Photo taken from La FM

"Here's what's going to happen: There are going to be a whole bunch of bills introduced to regulate Facebook. It's up to you whether they pass or not. You can go back home, spend 10 million dollars on lobbyists and fight us, or you can go back home and help us solve this problem".

That's what senator John Kennedy's stated during Mark Zuckerberg's two-day visit to the United States Congress.

Facebook's CEO was called to the Capitolium to explain the role of his business in the scandal of Cambridge Analytica, the British political consulting firm which collected data from 87 million people through an app on the social network.

It was believed that the 33-year-old businessman would have to face a sharp inquiry or that his company would somehow be punished, but after two days of regrets and leaving more doubts than answers, the scenario got reduced to Kennedy's comment: Facebook has the power and the money to avoid any penalty. They are free to decide whether they change for a better data processing and how they plan to do it.

In case of keeping the receptive attitude shown on the audience, Zuckerberg and his team have now the opportunity to work on transparency to strengthen the company's reputation and to ease user experience on their platforms.

Small changes, huge impact

Recent circumstances involve Facebook, but it can easily extend to other tech major ones –such as Amazon, Apple or Google- which handle data from billions of people and can influence not only their purchase decisions, but their day-to-day views.

Without regard of their policies or purposes, these companies can make some changes to prevent from another scandal like Cambridge Analytica's one. And what's best for them is that those actions can intertwine to generate an even bigger impact.

The most urgent need implicates a communicative response: checking and rewriting their policies. They know their platforms host from teenagers to users with little mastery of technology, so the terms of service and the privacy policy shall be delivered on a clear, suitable-for-all language.

It's also essential to specify what each firm understands by ethics and how it links to that definition –beyond legal compliance-. Then the concept has to be embraced in the business and become one of the bases of the company culture, so it won't look like the CEO, the board and the workers have a different version of it. A unified corporate speech is key on this matter.

Finally, the big tech firms must adopt self-regulation as an ethic principle, for their developments usually put them one step ahead of the law. To transcend the innovation of softwares and algorithms to internal process and normative is the best way to prove, in the face of any inconsistency, that their intention has been to be proactive in benefit of the digital community.

La comparecencia de Mark Zuckerberg frente al congreso estadounidense volvió a instalar el debate acerca del control que los políticos y los mismos usuarios pueden ejercer sobre los gigantes tecnológicos.

Imagen tomada de La FM

"Esto es lo que va a pasar: habrá un montón de proyectos para regular Facebook. Depende de usted que sean aprobados o no. Puede volver a casa, gastar 10 millones de dólares en lobbistas y enfrentarnos o puede volver a casa y ayudarnos a resolver este problema".

Con ese ultimátum cerró su intervención el senador republicano por Luisiana, John Kennedy, durante la visita de Mark Zuckerberg al congreso de Estados Unidos.

El director ejecutivo de Facebook fue citado al Capitolio para explicar el papel desempeñado por su compañía en el escándalo de Cambridge Analytica, la consultora de marketing político que obtuvo información de 87 millones de personas a través de una aplicación en la red social.

Se creía que el empresario de 33 años tendría que afrontar una punzante inquisición o que su empresa sería sancionada, pero luego de dos días de arrepentimientos y de dejar más incertidumbres que respuestas, el panorama quedó resumido a la resolución de Kennedy: Facebook tiene el poder y el dinero para evadir cualquier penalización. Eso los hace libres de decidir qué medidas tomar para mejorar el tratamiento de datos de los usuarios.

De mantener la postura receptiva mostrada en la comparecencia, Zuckerberg y su equipo tienen la oportunidad de apostar por la transparencia para fortalecer su reputación frente a sus grupos de interés y facilitar la experiencia del usuario en sus plataformas.

Pequeños cambios de alto impacto

El caso reciente involucra a Faceboook, pero puede extenderse a otros 'Goliats' tecnológicos -como Amazon, Apple o Google- que manejan información de miles de millones de personas y que pueden incidir tanto en sus decisiones de compra como en sus opiniones.

Sin importar las políticas o los propósitos que tengan, estas empresas pueden aplicar cambios para evitar que un escándalo como el de Cambridge Analytica se repita. Y varias de las acciones que pueden llevar a cabo se entrelazan para generar un impacto aún mayor.

La necesidad más inmediata involucra una respuesta comunicacional: revisar y rediseñar sus políticas. Las empresas saben que en sus plataformas hay desde adolescentes hasta usuarios sin dominio de la tecnología, por lo que las condiciones de uso y de tratamiento de información deben presentarse en un lenguaje claro para todos.

También es indispensable precisar qué entiende cada empresa por ética y cómo se vincula a esa definición, más allá del cumplimiento legal. Luego el concepto debe interiorizarse y transformarse en uno de los pilares de la cultura organizacional, de modo que no parezca un asunto exclusivo de los directores ejecutivos, sino que haya un discurso corporativo unificado.

Finalmente, las grandes tecnológicas deben asumir la autorregulación como un principio ético, pues sus desarrollos suelen situarlos un paso adelante de la legislación. Trascender la innovación de los softwares y los algoritmos a los procesos y la normatividad interna es la mejor manera de evidenciar, ante cualquier irregularidad, que la intención ha sido ser proactivos en beneficio de la comunidad digital.

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